5:00 de la mañana, la alarma
suena melodiosa al ritmo de nuestra canción favorita, decidí utilizar esta
canción en lugar de las estrepitosas guitarras y voces guturales de mi banda favorita, si, un
pequeño detalle que me anima día con día y que me recuerda aquellas mañanas
frescas al despertar bajo las sabanas después de una noche de amor.
Últimamente los días parecen
repetitivos, la rutina constante, las horas que paso encerrada en la oficina
gritan con voces silenciosas que parecen susurros de otra dimensión, me dicen
con un énfasis espectral en cada letra “R U T I N A”, de repente una explosión
de nostalgia nace en mi mente como la luna al apoderarse del gran lienzo
estelar, tiende todo su manto oscuro sobre mi cuerpo, se vuelve tan necesaria
que no tengo más remedio que dar paso a todo su esplendor y muero, si, de nuevo
siento que muero. Hoy escucho muy lejos esa voz que me decía “Hazlo”, “Dibuja”,
“Grita”, “Canta”, “Corre, no importa las consecuencias, lo deseas”… esa
vocecilla se está quedando más y más callada. Y vuelvo a la realidad, después
de la ducha y un escaso desayuno me arribo al viaje más estresante del día, el
camino a la oficina, como todos los días pierdo 6 valiosas horas de mi vida.
Ahora tú, quien incontables
noches has dormido a mi lado, sueles dibujar sonrisas fortuitas de vez en
cuando, cuando escucho a mi jefa decir que debo resolver cada día, tu quien
juguetonamente te materializas en mi mente en el momento preciso antes del
colapso de voces que vuelven a repetir en mi interior “R-U-T-I-N-A”, tu quien
eres parte de esta maldición y eres también el antídoto a todo lo que engloba
esta monotonía. TU.
Los mismos pasos, revisar el
correo, responder dudas, entrar en debate, las mismas personas, los mismos
comentarios, el olor del café agrio que todos acostumbran consumir y que tanto asco me da, una prolongación de
mis actividades diarias y al final el mismo recorrido de vuelta a mi hogar, a
nuestro hogar, dormir, inicia el ciclo nuevamente así hasta que escuche
nuevamente a esa voz traviesa que me orillaba a vivir lo que mi alma pide a
gritos y que sin importar nada se convierte en mis mejores momentos.
¿Recuerdas cuando pasaban semanas
que parecían un eterno letargo por el hecho de saber que solo los fines de
semana nos podíamos ver?, ¿Lo recuerdas?, esa adrenalina que nos impulsaba a
esforzarnos para que pasarán rápido los días y así disfrutarnos en un nivel
máximo cada fin de semana; los besos que nos damos, las caricias que nos
regalamos, las miradas profundas llenas de los mejores versos nunca antes
escritos y que sin embargo es un lenguaje que solo tú y yo entendemos; el
escalofrío que provocas en mi con sentir tu aliento sobre mi cuello, nuestras
ideas, nuestras metas y todos nuestros sueños…
La persona para quien va dedicada ha de ser muy afortunada.
ResponderEliminarEn realidad yo soy la afortunada
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