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lunes, 23 de marzo de 2015

Punto

5:00 de la mañana, la alarma suena melodiosa al ritmo de nuestra canción favorita, decidí utilizar esta canción en lugar de las estrepitosas guitarras y voces  guturales de mi banda favorita, si, un pequeño detalle que me anima día con día y que me recuerda aquellas mañanas frescas al despertar bajo las sabanas después de una noche de amor.

Últimamente los días parecen repetitivos, la rutina constante, las horas que paso encerrada en la oficina gritan con voces silenciosas que parecen susurros de otra dimensión, me dicen con un énfasis espectral en cada letra “R U T I N A”, de repente una explosión de nostalgia nace en mi mente como la luna al apoderarse del gran lienzo estelar, tiende todo su manto oscuro sobre mi cuerpo, se vuelve tan necesaria que no tengo más remedio que dar paso a todo su esplendor y muero, si, de nuevo siento que muero. Hoy escucho muy lejos esa voz que me decía “Hazlo”, “Dibuja”, “Grita”, “Canta”, “Corre, no importa las consecuencias, lo deseas”… esa vocecilla se está quedando más y más callada. Y vuelvo a la realidad, después de la ducha y un escaso desayuno me arribo al viaje más estresante del día, el camino a la oficina, como todos los días pierdo 6 valiosas horas de mi vida.

Ahora tú, quien incontables noches has dormido a mi lado, sueles dibujar sonrisas fortuitas de vez en cuando, cuando escucho a mi jefa decir que debo resolver cada día, tu quien juguetonamente te materializas en mi mente en el momento preciso antes del colapso de voces que vuelven a repetir en mi interior “R-U-T-I-N-A”, tu quien eres parte de esta maldición y eres también el antídoto a todo lo que engloba esta monotonía. TU.

Los mismos pasos, revisar el correo, responder dudas, entrar en debate, las mismas personas, los mismos comentarios, el olor del café agrio que todos acostumbran consumir  y que tanto asco me da, una prolongación de mis actividades diarias y al final el mismo recorrido de vuelta a mi hogar, a nuestro hogar, dormir, inicia el ciclo nuevamente así hasta que escuche nuevamente a esa voz traviesa que me orillaba a vivir lo que mi alma pide a gritos y que sin importar nada se convierte en mis mejores momentos.


¿Recuerdas cuando pasaban semanas que parecían un eterno letargo por el hecho de saber que solo los fines de semana nos podíamos ver?, ¿Lo recuerdas?, esa adrenalina que nos impulsaba a esforzarnos para que pasarán rápido los días y así disfrutarnos en un nivel máximo cada fin de semana; los besos que nos damos, las caricias que nos regalamos, las miradas profundas llenas de los mejores versos nunca antes escritos y que sin embargo es un lenguaje que solo tú y yo entendemos; el escalofrío que provocas en mi con sentir tu aliento sobre mi cuello, nuestras ideas, nuestras metas y todos nuestros sueños…

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