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jueves, 4 de diciembre de 2014

Dulce Jardín


Caminas por aquel pasillo estrecho,  oscuro, justo como esa mujer te lo indico, rápidamente encuentras la escalera de caracol que te llevará a la tan esperada habitación, comienzas a ascender  y esa adrenalina que te provoca el tan solo verla aproximarse hacia ti emerge desde lo más profundo de tus entrañas, pareciera que es un efecto meramente físico pero sabes bien que nace de tu alma. Unos cuantos pasos más, número nueve, el mismo de la nota que dejó en tu buró, buscas entre tus bolsillos la llave de la recamará, entre el teléfono y las llaves de tu vehículo, encuentras la herramienta de acceso al placer…

Con nerviosismo, colocas la llave en la chapa de la habitación, una vez más sientes esa adrenalina que emerge desde tu interior, recuerdas el dulce aroma de su piel, de su cabello, la estela fresca que deja flotando cuando camina, algo dentro de ti estallará si no la tienes entre tus brazos en este mismo momento. Por fin logras abrir la recamara, entras y encuentras una nota sobre la cama, a ella le gusta hacerte esperar, a ella le gusta sentir que la deseas, que por ella darías tu vida si así lo quisiera, te aproximas para tomar la siguiente nota, la abres, tiene un beso marcado con el labial que usa, lo hueles y esperas a que pronto llegue…

De nuevo te pierdes imaginando la suavidad de su piel, la ansiedad recorre tu cuerpo, una electricidad que nunca nadie antes habían provocado en ti, te aflojas la corbata, te levantas de la cama para acércate a la ventana, abres las cortinas y notas como crujen por lo desgastadas que están, miras a tu alrededor contemplando el panorama, el tapiz viejo corroído por el tiempo, el molesto crujir del suelo, la alfombra decolorada, el aroma del detergente barato que utilizan para lavar las sabanas, sabes que podrías pagar un mejor lugar para estar con ella pero te redimes a sus caprichos, a sus condiciones… ¿Por qué?... te lo preguntas a cada minuto del día y se te olvida al escucharla articular ese par de palabras, benditas cuando las pronuncian sus labios…

La puerta se abre de golpe, y entra la diosa de tus sueños…

-¿René? Llegaste antes

- No, tú siempre llegas tarde

- Jeje, ya vas a empezar

Te acercas hacia ella y al aproximarte tus latidos se aceleran estrepitosamente, tratas de controlarte para que no note tu pulso tan desenfrenado, la abrazas y el olor de su perfume te embriaga lentamente, te consume, un fuego dentro de ti pide a gritos el rocé de su cuerpo, el calor de su respiración; ella se acurruca entre tus brazos, se estruja contra ti y tu sientes la necesidad de besarla, suave… levantas su barbilla para encontrarse con tus labios, ella te rechaza y se aparta de ti, te guía despacio hasta la orilla de la cama, te empuja para que quedes a su merced.

Frente a ti, se desabotona ella misma la blusa que trae puesta, la tira al suelo, junto con aquella falda de lino negro, se descalza, y se coloca sobre ti, con ansiedad te quita por fin la corbata, desabotona tu camisa, te desnuda tan pronto como sea posible, ¿Cuándo será el día en el que te deje hacerle el amor?; hoy la rutina no cambia, la ropa en el suelo, y su libido creciendo con cada brutal caricia.
Recorres cada centímetro de su piel con tus manos, sientes como se alteran sus sentidos al acariciarla, al hacerla tuya, ella te detiene como si estuvieras haciendo algo mal.

-Vamos, hazlo René, ¿Qué estas esperando?

-¿Por qué Cat?, ¿Por qué siempre tiene que ser así?

-Si no quieres, me voy.

-No, espera… perdón.

Te doblegas ante sus berrinches, y enseguida retomas el ritmo, la tomas por la cintura, la penetras sin hacer ningún ademan de amor, de ternura, sientes como su cuerpo se retuerce a la tan inesperada reacción, sientes el palpitar de sus músculos en su interior, contemplas la vívida y hermosa imagen de su cuerpo al temblar teniéndote dentro, vislumbras como la luz enmarca su perfecta silueta, el calor de su ser, te transporta hacia un lugar fuera de la realidad de aquellas sabanas, despiertas todos sus sentidos con tu tacto áspero, seco, a ella le encanta la fuerza de tus brazos, a ella le encanta como aceleras su ritmo cardiaco, intentas acariciar su cabello, ella te detiene al momento, se acerca a ti, toma tu rostro con ambas manos, esperas, en un instante cambia el panorama y te encuentras cerca de ella, de su rostro afilado, contemplas la comisura de sus labios, la equina de sus ojos, te preguntas  que es lo que tiene que simplemente te envenena, te desorienta, te marea, sabes que el síntoma es desagradable y hasta cierto punto desgastante, sabes también que no importa cuánto te reproches las mismas cosas,  al día siguiente querrás hacerlo de nuevo.

-¿Qué haces?

-¿Qué?, ¿Yo?, no querías algo como esto…

Ni una palabra más, sus labios suaves rozan los tuyos con celeridad, con deseo, sientes más certero el calor de su respiración, disfrutas el salado olor de su sudor, saboreas la miel de su saliva, su tierno tacto siempre te ha conquistado; con cada embestida ella se retuerce de placer, con cada caricia, te pide a gritos que la hagas tuya, pronuncia ese par de palabras que siempre se debaten tu corazón y tu mente –TE AMO RENÉ,  TE AMO, ¡TE AMO!, Si…

Ambos llegan al clímax al mismo tiempo, mágico, sus cuerpos parecen uno solo por unos instantes, poco después ella se desprende de ti para recostarse a tu lado, jadeante, aparentemente satisfecha de usarte.

-¿Te gusto?

-Vaya que sí, pero ¿Por qué siempre tenemos que discutir por lo mismo amor?

-¿Qué es lo mismo Cat?, decirte que me dejes hacerte el amor, el que siempre me escondas en un motel barato o el pedirte que te cases conmigo y…

-¡Basta René!, sabes que estoy comprometida

-No tienes que recordármelo, siempre hacemos lo que tú dices, lo que tú decides…

-¿Recuerdas cuando nos conocimos?

-Cuando sin querer te arrollé  <<Ojala te hubiera matado, me hubiera evitado tanto>>

-Fuimos a parar al hospital, a emergencias, tu muy angustiado y yo repitiéndote una y otra vez que estaba bien, que no necesitábamos ir ahí.

-Sí, lo recuerdo, también recuerdo que ese mismo día para compensarte, te invité a mi café favorito, y terminamos en mí apartamento; oh y como olvidar cuando te presenté a mi padre, bello día, poco después los encontré fornicando en su casa, provocaste el divorcio de mis padres y ahora te casarás con él, esa es nuestra historia.

-Siempre tienes que ser tan dramático

-Realista diría yo, no sé por qué sigo contigo

-Simple, porque eres mío.

Levantas la mirada, contemplas las manchas negras en el techo, tratas de pensar en otra cosa que no se relacione con ella, cierras los ojos y sientes el dulce olor de su cuerpo, te inundas en una felicidad ficticia, imaginas que nunca ocurrió lo de tu padre, piensas que es solo un juego, que estas soñando, tratas de evitar la rabia que te provoca escucharla decir esas afiladas palabras “Eres mío”… la marioneta, el objeto, la cosa que puede usar cada que se le antoje, que tira y que vuelve a recoger.

Sabes que se encuentra cerca, sientes su cuerpo desnudo rozar contra el tuyo, tu respiración se contrae, se vuelve más lenta y recuerdas… El hacha, la vela, los limones, la sal… su voz diciendo que pares, El hacha, la vela, los limones… sus gritos que con cada corte que dibujas en su ser se vuelven más tenues, el hacha, la vela… las delgadas líneas rojas que comienzan a aparecerle, los capilares de sus ojos que gritan por si solos… “¡DÉJAME!”…
René, ¡René!
¡Reaccionas!

-¡RENÉ!, ¿estas escuchándome?

-Si. Perdón.

-Te decía que si te parece bien volver a vernos mañana, tengo tiempo libre, mi jefe no está y mis vacaciones están próximas, así que ¿Por qué no disfrutarlas juntos?

-No puedo, tengo mucho trabajo en la oficina.

-No te lo estoy pidiendo.

-No puedo Catelyn, lo siento.

-Voy por ti mañana a la oficina.

-No puedo, Cat, entiéndelo.

Intentas seguir luchando contra ella, contra sus palabras, contra el poder que tiene de doblegarte con su mirada, recorres la habitación buscando cualquier cosa que puedas usar en su contra, sabes muy bien lo que ella es, sabes que su intención contigo no rebasa el límite del interés, sabes también que aunque te niegues en este instante terminarás cediendo ante sus caprichos, como hoy, como mañana como siempre…

No queda más, los planes están hechos y debes volver a la rutina, llegar a tu apartamento, quizá beber algo hasta embriagarte, reprocharte las mismas cosas de siempre, y recordarla con esa faceta de niña buena que tanto te encanta; la observas vestirse, el vaho de la habitación te hacen soñar por un instante, ella es la maga de tu cuento, es la diosa de tu mundo, es creación y destrucción, es el dolor de tu corazón, el olor de tus años muertos, es el sabor de todos tus fluidos… ella es la creadora de inviernos.

2 comentarios:

  1. Este es uno de mis favoritos, aunque sigo en desacuerdo con el título.

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